Conducir el coche con TCE

Si el síndrome posconmocional te ha afectado, es posible volver a conducir. Requiere determinación, la ayuda de otros y paciencia. 💪🏽🧠🌿

1. Puedo conducir ahora (1-2 horas/día). Antes no. 

2. Creo, y mis médicos creen, que voy a seguir mejorando como para poder conducir otra vez sin las limitaciones de hoy día.

Unos días después del accidente, fui con mi hermana a la playa. Yo ya había alquilado un coche, así que fuimos en ese. Yo conduje hasta la playa. Es curioso, el pleno peso del TCE no me cayó hasta una semana después del accidente… Cuando llegamos a la playa, estuve cansada. En ese entonces pensé que los «pequeños problemas» que experimentaba fueron solamente una sequela de la vacuna COVID. (Cuando me la pusieron, me desmayé y así es como ocurrió la TCE…aunque al principio pensaron que los síntomas fueron de la vacuna.) 

En ese entonces, no sabía qué me pasaba, pero me sentía muy rara…a ratos. No fue constante. A veces pude concentrarme en la conversación y otras veces no. A veces los ojos me funcionaban bien y a veces no sabía porque no se enfocaron en el campo de vista. Pero bueno, llegamos bien. Después de pasar una hora en la playa, fuimos a comer. Durante la comida, le dije a mi hermana que me sentía muy rara, que no sabía si estaba bien. Le dije que si podríamos estar en silencio por un tiempo. Después, en algún momento, pensé que me iba a desmayar, así que bebí agua y después me fui al baño (quizás estuve deshidratada o estreñida?). Cuando llegué al baño, me sentí muy mareada y dudé en si cerrar la cerradura de la puerta o no porque si mi fuera a desmayar, quería que alguien me encontrara. Pasé unos 5 minutos, me sentí un poco mejor, y ya era hora de salir. 

Este viaje fue un día especial juntas después de la boda de mi hermana, así que quería seguir con el plan del día. Hicimos una parada más para ir de compras donde íbamos de niñas una vez al año de vacaciones con la familia. Compramos jeans, dimos una vuelta al centro comercial, y en algunos momentos, se me venían otra vez las sensaciones de agobio, desorientación y mareo. Al final tuve que decirle que me sentía mal y pedirle a que condujera de vuelta a casa. Eso hicimos en silencio y yo descansé en el asiento del pasajero. Curiosamente, después de esa hora y media de descanso, me sentí bastante mejor y volví – por media hora – a socializar con la familia cuando llegamos a casa de mi hermana. 

Hubo un día más en el que conduje antes de dejarlo. Después de una tarde en casa de mis padres, iba a volver a casa de mi hermana, donde hospedaba. Uno de mis sobrinos venía conmigo. Teníamos agua con gas en el coche. El sobrino en cuestión tenía unos 11 o 12 años y era muy hablador. Me contaba sobre la escuela, sobre sus amigos, y me hizo una pregunta muy linda y considerada sobre qué hacer con un profesor que no le daba el respeto que él creía que merecía. Me sentía muy honrada que se abriera conmigo. Y le contesté algo, antes de que llegaran sensaciones parecidas a las que experimenté en el baño del restaurante y en el centro comercial. Pero esta vez, estaba conduciendo. Estaba a cargo de 2 vidas. 

Para no causar problemas, me estacioné al lado de la calle. Temblando, abrí mi teléfono y le dijo a mi sobrino que si me desmayara que llamara a su madre (estuvimos a 5 minutos de su casa). En cada momento me temí que me desmayara antes de tener el móvil desbloqueado. Salí del coche, concentré en la respiración y tomé un agua con gas. Después, esperaba unos minutos hasta que me sentí lo suficientemente «bien» como para seguir y le pedí que no habláramos el resto del viaje. Me susurraba a mi misma: «Me fío de ti, cuerpo. Me fío de ti, mente.» Y puse una mano en el pecho para intentar mantenerme calmada. 

Cuando llegamos a la casa, fui directo a la cama. Y no toqué el coche más. 

Unos 6 meses más tarde, empecé a conducir un poco. Ir alrededor de la manzana fue un reto y lo hice una vez a la semana, nada más, a causa de la cantidad de ansiedad y síntomas que me causaba. Luego, al supermercado (2 minutos). Después de cada viaje tenía que descansar o cerrarme los ojos. 

Entendía que conducir donde sabía que había espacio para salir en caso de emergencia me era necesario. 

Hay muchas destrezas – afectadas por una conmoción cerebral – que son necesarias para conducir:

  • bloquear distracciones visuales innecesarias
  • usar la visión periférica 
  • bloquear distracciones auditivas innecesarias
  • cambiar el punto de enfoque de los ojos constantemente (aunque vayas recto)
  • mirar por los lados y detrás usando los ojos, el cuello
  • coordinar estímulos visuales, físicos y auditivos
  • reaccionar con rapidez
  • otros… 

Poco a poco, después de unos meses de tratamientos, he podido conducir más. Los tratamientos más importantes para esta destreza han sido:

1. Fototerapia sintónica. Esta calma el sistema nervioso ocular. Fue un tratamiento necesario durante un tiempo. Ahora es un tratamiento puntual cuando noto los ojos muy tensos. 

2. Terapia de la vista. Ha mejorado la postura de los ojos y también las destrezas de los ojos. Ya me es más fácil relajar los ojos, moverlos con coordinación y también enfocarlos de punto a punto sin fatiga. 

3. Quiropráctico especializado en C1, C2. (En Norteamérica, la asociación de estos médicos se llama NUCCA. Sin saberlo, al lado del TCE, generalmente también sufrimos latigazo. Con la ayuda de este médico, tengo menos dolor en el cuello y espalda, la vista me ha mejorado y también la sensibilidad al sonido me ha disminuido.  

Todavía utilizo tapones de oído cuando conduzco por la hiperacusia, pero ya llego a poder hacer 2-4 viajes por día, hasta 2 horas a veces (si no es todo continuo). 

Si el síndrome posconmocional te ha afectado, es posible volver a conducir. Requiere determinación, la ayuda de otros y paciencia. 💪🏽🧠🌿

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